martes, 11 de febrero de 2014

@BraavosBank : Tysha X Tyrion.

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Un rayo de sol se coló por la ventana, y la despertó iluminando su rostro. La joven se incorporó, levantándose lentamente del lecho a medida que se iba despertando. Llevaba un camisón blanco, el que llevaba todas las noches, y una sonrisa en la cara que ayer no estaba ahí. Se miró al espejo. Definitivamente, esa sonrisa no era suya, hacía mucho tiempo que no sonreía así. Trató de pensar un posible motivo para aquella expresión, quizá... quizá fuera por algo que había soñado. Su sonrisa se hizo aún más poderosa. Sí, era por eso, no había duda.

Se dio la vuelta y abrió el arcón que tenía a los pies de la cama. Se quitó el camisón despacio, totalmente centrada en sus pensamientos, tratando de recordar su sueño, sin prisas, paso a paso, escena a escena. Estaba eufórica, su cabeza funcionaba a toda velocidad, pero ella se contenía, manteniendo la calma. “Bueno... ¿Qué sucedía en mi sueño?” pensó, mientras doblaba el camisón para guardarlo. “Me recuerdo a mí... estaba nerviosa, desde luego, y muy bien vestida, pero ¿Por qué?”

Cogió una túnica azul y la miró de arriba a abajo, comparándola con el vestido que recordaba en su sueño. “Es curioso...” se dijo para sí mientras se vestía, “Creo que en mi sueño tenía la edad que tengo, pero... no sé, lo sentía tanto como si fuese un recuerdo...” En realidad lo era, pero ella aún no era consciente, uno de esos recuerdos que tu mente entierra, y te vuelve a mostrar entre sueños, distorsionados... cambia la época, la gente, el lugar, pero sigue siendo un recuerdo.

Se abrochó con cuidado el vestido y se sentó en el escritorio que había en su cuarto. Suspiró, añorando algo que aún no sabía lo que era. A sus 26 años, no había llevado una vida desdichada, al menos no desde que llegó allí, pero en estos instantes se sentía tan feliz que llegó a creer que el resto del tiempo no había sabido lo que era la felicidad. “Bueno, hubo una vez...” miró fijamente un cajón de la mesa, uno pequeñito que no había abierto desde hacía años, “hubo una vez que fui aún más feliz que hoy.” Ni ella recordaba a que se refería al pensar en eso, es como si un lado de su cabeza que ella no podía controlar le estuviera mandando señales sobre algo que había olvidado. Quizá la respuesta estaría en el cajón, pensó, y dirigió su mano con intención de abrirlo.

Algo la detuvo, en ese momento una mano golpeó su puerta. Era el aviso de que el desayuno ya estaba listo, y era hora de bajar. Sin embargo, no estaba segura de que fuese eso lo que le impidió abrir el cajón, o fue ella misma, temerosa de la verdad. Salió de la habitación como un relámpago, pensando nada más que en aquel misterio que enturbiaba su mente. Trató de saber algo más sobre su sueño, quizá hallase una pista que le llevase a la verdad. “Era una fiesta, eso seguro, o al menos algún tipo de celebración, algo por el estilo... Mi vestido era dorado y rojo, precioso.” Bajó las escaleras que separaban los dormitorios del comedor. Ya había muchas chicas sentadas.

Se sentó en su asiento, todavía pensando en qué se estaba celebrando. Frente a ella, un plato con algo de pan y huevos y un vaso de agua. Tanto le daba, fuese lo que fuese se lo habría comido igual, sin pensar ni siquiera en lo que le estaban dando. Tenía la cabeza en otra parte. “Vamos a ver, había más gente, y creo que alguien me esperaba... ¿Quién? ¡Maldita sea, no podías haber mirado a otro sitio que no fuese el suelo, tonta! Un momento, creo que me acuerdo de algo... había un septón, y una especie de altar...”

Por fin lo había averiguado. Se sintió tan bien que lo dijo en voz alta sin darse cuenta.

- ¡Me estaba casando!

- ¿Te encuentras bien? - La chica que estaba a su lado se giró, extrañada.

- ¿Eh? ¡Oh sí! - En cuanto se dio cuenta de que se le había escapado se sintió muy avergonzada, pero estaba tan contenta que no le dio mucha importancia. - Sólo pensaba en voz alta, Alys.

- ¿Sobre bodas? - Un tema bastante curioso aquí.

- Ja ja ja, si... es que es una cosa que he soñado. - Trato de explicarse como pudo, - No recordaba bien que es lo que pasaba en el sueño y llevaba toda la mañana pensado.

- ¡Que extraño! ¿Verdad? - Alys sonrió, divertida. - Porque tú no estás casada. quiero decir, es evidente que estando aquí no estás casada, pero tampoco lo estuviste ¿No? Llegaste muy joven...

- No, nunca me... - Una sensación de horror le golpeó en el pecho, un sentimiento de que si seguía pensando por ese camino podría dar de bruces con algo que no le gustaría recordar, y se sintió de repente completamente angustiada - Disculpa... - Trató de disimular - Disculpame, Alys, tengo que ir a mi habitación a... por algo.

- Tranquila, responderé por ti - Dijo, con una mirada compasiva, y añadió, dando a entender que el cambio de humor de su amiga no le había sido indiferente - Si necesitas ayuda, búscame.

Subió las escaleras hacia su cuarto casi llorando, y ni siquiera sabía por qué. ¿Qué le estaba pasando? ¿Qué fantasma del pasado había decidido atormentarle ahora? Todo había empezado tan bien... Y ahora allí estaba, llorando, los siete sabían por qué, frente a la puerta de su cuarto. Se enjugó las lágrimas y abrió la puerta.

Allí estaba, el dichoso cajón, lo abriría y acabaría de una vez con todo esto. Cerró la puerta, se sentó en la silla y lanzó una maldición a los siete por jugar con ella de esta manera. Respiró hondo y abrió el cajón. Un dragón de oro. Sólo eso. Un cajón vacío con una moneda.

Su mente viajó muchos años atrás, a una época que ya había olvidado. Estaba en un bosque, de noche, sola, esperando, pero no tenía miedo. Es increíble el valor que puede demostrar una chiquilla enamorada. Pronto vio la luz de un farolillo a lo lejos y supo que era Él. Recordó la noche anterior, en aquel mismo lugar, su lugar secreto...
- No puedo hacer eso, ¡pídeme otra cosa! - Le dijo a Él, muy nerviosa y avergonzada.

- ¿Por qué no, mi amor? ¿Qué hay de malo? Cásate conmigo y serás la señora de todo occidente.

- Pero yo no puedo ser señora de nada... Tú has nacido para ser señor, tu padre es... - El chico la besó para silenciarla, y volvió a mirarla a los ojos, con todo el amor que podía demostrar.

- Dime que sí. - Insistió.

- ¡Es de locos! Tu y tu hermano me salvasteis, y eso es más de lo que una pobre huérfana puede llegar a soñar. Tu eres mi caballero, pero no creo que yo sea una dama. - Una lágrima asomó en su mirada, ella le quería, pero sentía que debía renunciar a él.

- Dime ahora mismo que no quieres y me iré. - El joven esperó unos instantes la respuesta, pero tal como pensaba, no hubo ninguna. - Dime que sí, dime que sí y te juro que mañana mismo nos casaremos, traeré un septón, y te pondrás un vestido de cuando mi hermana tenía nuestra edad.

Como prometió, le había mandado el vestido aquella mañana usando a un sirviente de su padre, era un vestido precioso, de un rojo intenso, con ribetes dorados y bordados de leones. No esperaba menos de un vestido que había pertenecido a la mismísima Cersei Lannister.

Su caballero andante se acercó, acompañado por un septón y le habló:

- Mi señora, estáis preciosa, a pesar de que llevéis un vestido de mi hermana - dijo, con esa sonrisa burlona que ponía cada vez que hacía algún chiste. - Os lo preguntaré otra vez, Lady Tysha, ¿Me haríais el chico más feliz de los siete reinos casándoos conmigo?

- Será un honor llevar tu capa, Tyrion.

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