domingo, 26 de enero de 2014

@SoyAsíDeFriki : No soy un héroe.

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NO SOY UN HÉROE

Por suerte, las tempestades habían terminado. El vaivén del barco acunaba suavemente al niño de bucles rojizos que dormía envuelto en mantas. Sus rasgos parecían los de un angelito, lo cual contrastaba drásticamente con cómo era cuando estaba despierto. Probablemente no llegase a los siete años, pero había visto y vivido más que muchos hombres. A su lado, un gran lobo, negro como la noche que tantas veces había sido su aliada, descansaba y emitía gruñidos en sueños. La desaliñada mujer que los acompañaba le acarició el lomo antes de arrebujarse en las mantas con un bostezo silencioso. Sonriente, Davos al fin se permitió reposar la cabeza y cerrar los ojos. Todos estaban a salvo y pronto regresarían a casa. Al dejarse llevar por el movimiento hipnótico de las olas, no pudo evitar pensar en el largo camino que había recorrido hasta de repente verse allí, dejando atrás las tierras del frío y de los salvajes tras una eterna y arriesgada búsqueda.
Davos Seaworth no era un héroe. Tan sólo era un hombre sencillo que había sabido estar en el lugar adecuado en el momento oportuno. Como aquella vez en la que la Betha Negra burló a la flota de Redwyne para escabullirse por una entrada secreta, sigilosa como una serpiente. Aún recordaba cómo Bastión de Tormentas había despertado de madrugada, recelosa por la repentina aparición de un desconocido. En un primer momento, los guardias habían desconfiado de él y le habían cerrado el paso con las pocas fuerzas que les quedaban. Sin embargo, aquellos rostros demacrados por el hambre se habían iluminado al ver su cargamento, como un rayo de sol que se abre paso entre los nubarrones oscuros. Jamás olvidaría cómo aquellos vigilantes habían caído de rodillas con lágrimas en los ojos. Aquella noche, incluso en mitad de un asedio, la oscura fortaleza había parecido casi una fiesta. Señores, caballeros, personas de mucho más rango que él, le habían dado las gracias mil veces e incluso lo habían llamado el salvador. Incluso el propio Stannis Baratheon, aunque no hubiera afecto en su voz ni en su semblante, se había reunido con él en un salón para manifestar su agradecimiento.
–Si no fuera por vuestros pescados y vuestras cebollas, estaríamos a un paso de la muerte. Estamos en deuda con vos.
Por ello, le había concedido tierras y lo había nombrado caballero. A él, que ni siquiera era soldado; que sabía de espadas lo justo para poder defenderse de los piratas… como lo que él mismo había sido. También le había cortado las primeras falanges de los dedos como castigo por su vida, pero era un pequeño precio por el futuro que le había regalado. Todo aquello que había llegado a ser se lo debía a él.
Aún hubieron de transcurrir dos días más de travesía hasta que llegaran a Puerto Blanco. Una oleada de estandartes de casas norteñas ondeando al viento les dio la bienvenida, así como una ensordecedora marabunta que se deshacía en exclamaciones de júbilo y vítores. Gritos de “¡El Rey en el Norte! ¡El Rey en el Norte!” llenaban el puerto, y el gentío se desplegaba, como creando un pasillo para los recién llegados. Incluso en pleno invierno y en el Norte, la calidez reinaba en el ambiente. Aunque abrumado por el recibimiento, Davos no pudo evitar una sonrisa de satisfacción por el deber cumplido. Allá donde miraba, veía rostros alegres y alborotados, e incluso algunas lágrimas de emoción. Osha caminaba junto a él, con las mejillas arreboladas y la mirada en sus pies. Claramente, tampoco estaba acostumbrada a tanta expectación. Varios hombres leales a la Casa Stark llevaban a un confuso Rickon en volandas, y Peludo lo seguía vigilante, preparado para defenderlo si era necesario. Al final del improvisado corredor, el Caballero de la Cebolla divisó a Lord Manderly. Sus pequeños ojos porcinos se encontraron con los suyos, y le dedicó una leve inclinación de cabeza.
No, tal vez, Davos Seaworth no fuera un héroe… pero hubo dos ocasiones en su vida en las que llegó a sentirse como uno.

@DaenerysSpain: Daenerys Targaryen.

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Estaba sola en el camarote de su barco, por primera vez en días la dejaban sola para poder pensar. "¿Cómo había llegado hasta Astapor?" o mejor dicho, como se había dejado llevar a Astapor cuando su destino era aún mayor. 

No dejaba de darle vueltas a la cabeza que debía hacer para conseguir su reino, lo que le fue arrebatado según palabras de Viserys. Viserys ... le echaba tanto de menos aún con sus fuertes arrebatos de ira. Su hermano era el pilar que la había guiado, su conexión con lo que fueron antiguamente. 

"¿Qué haría Rhaegar en esta situación?" se preguntó a si misma. El aliento de Drogon la sacó de su ensimismamiento, miro a su dragón. Ya no era una niña que jugaba a ser valiente, o eso se decía a si misma. Pero en parte quería seguir siendo una niña, la niña que jugaba con la corona de su madre, la que quería ser la reina de su hermano. 

Se tumbó en su cama acariciando al dragón y susurró: "Haz que te amen como tu los amas a ellos y la victoria será tuya, eso haría Rhaegar" . Entonces ya supo lo que debía hacer.

@CerseiTargaryen: Cersei Lannister.

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PRIMERA PARTE: 

Amor es lo que yo siento por Jaime... Amor es lo que Jaime siente por mi. Pero no. Lo llaman incesto. Así se llama nuestro amor, por los ojos de todos los demás. Todos aquellos que nos juzgan con los ojos... que no nos conocen ciertamente, pero se unen al resto.

Cuando yo era pequeña, éramos solo Jaime y yo. Cersei y Jaime. Todos nos conocían por nuestros atributos... Cabellos rubios, dorados como el trigo, de ojos verdosos entre azulados. Y sobre todo, por nuestro apellido. Lannister. 

Pero hay cosas que nadie conocía. Excepto Jaime... Jaime siempre me gustó. Desde que era pequeña. Y maravillosamente, a él siempre le gusté. Cuando éramos pequeños siempre jugábamos juntos, es decir, siempre estábamos juntos. Crecimos juntos y nos fuimos enamorando. Cuando teníamos 13 años, Jaime me besó. Ese fue mi primer beso. Nuestro primer beso, el comienzo de muchas aventuras en el bosque, en búsqueda de lugares oscuros, ocultos, en los que nadie pudiera encontrarnos, o imaginar lo que hacíamos allí...

@Catelyn_ST: Stannis Baratheon.

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Caminaba detrás de su padre, siguiéndole con cautela. Procuraba que sus pasos fueran decididos pero silenciosos, mirando en todo momento el terreno que había bajo sus pies para no pisar ninguna rama. No quería que su hermano volviera a recriminarle lo inútil que era, burlándose de él y culpándole de nuevo por otra presa perdida.

Robert iba al frente, con aquel gerifalte blanco sobre su brazo, obsequio de Steffon por su último día del nombre. Trueno era su nombre, «un trueno en la Región de las Tormentas», pensó Stannis con cierta amargura.

Continuaron caminando durante varios minutos sin éxito, tanto que Steffon y Robert empezaban a crisparse y maldecían a todos los Dioses conocidos por un día tan aburrido como ese. Stannis podría haber protestado en ese momento, insinuando que ahora eran ellos los que no guardaban silencio y ahuyentaban a los animales con sus repetitivas quejas. Mas él ni siquiera les escuchaba; no quería perder la concentración. ¿Y si encontraba él a una posible presa? ¿Y si lograba cazarla con su arco y ser así el único en volver a casa con una recompensa? Tenía que intentarlo, tenía que seguir esforzándose hasta conseguirlo. Quería demostrar que, aunque fuera el hijo menor, valía tanto como su hermano Robert. Que aunque fuera más pequeño podía ser tan fuerte como él y servirle de ayuda en un futuro. Era su hermano mayor, y como tal le debía obediencia y respeto. Stannis no quería ser mejor que él, lo único que quería era un mínimo de reconocimiento por parte de su hermano.

Y así fue como, a pesar de las maldiciones que profesaban padre e hijo, Stannis logró escuchar algo que llamó su atención. Paró en seco, agudizando sus oídos y girando en la dirección que aquel sonido le marcaba. No tardó en encontrarlo, enredado entre el ramaje de un pequeño arbusto. Cuando Stannis se acercó comprobó que se trataba de un ave muy parecida a la de su hermano, aunque de menor tamaño, plumas pardas y ojos dorados, con una herida en el ala izquierda que la mantenía prácticamente inmóvil. El chico apartó las ramas y con sumo cuidado cogió al animal entre sus manos. Éste intentó escapar en un principio, pero finalmente se tranquilizó al sentir como el menor de los Baratheon acariciaba su plumaje.

– ¡Stannis!

El chico se puso en pie de inmediato al escuchar la voz de su padre: – ¡Estoy aquí! – Respondió, percatándose justo en ese momento que, quizás, se había alejado demasiado de su progenitor.

Steffon llegó rápidamente hasta donde Stannis se encontraba: – Oh Dioses… – suspiró, aliviado al ver que su hijo se encontraba en perfecto estado–. Siete Infiernos, ¿qué haces aquí? Te dije que no te separaras de mí –replicó algo molesto.

– Lo siento padre. No quería alejarme pero… encontré esto –dijo a la vez que le mostraba al animal.
– Vaya –Steffon sonrió al verlo, sin mostrar ya ningún atisbo de enfado–. Es un azor.
– Está herido, pero si consigo curarlo volará tan rápido y tan alto como Trueno.
– Por supuesto –dijo sin borrar la sonrisa de su rostro, agarrando a su hijo por un hombro en gesto protector–. Venga, vamos a ver si tu hermano ha cazado algo y volvemos a casa.

Después de reencontrarse con Robert, que, como venía siendo habitual en los últimos días, había cazado un par de liebres gracias a Trueno, regresaron a la fortaleza de Bastión. Stannis no quería perder más tiempo, por lo que subió rápidamente a las habitaciones del Maestre Cressen para que le ayudara a tratar las heridas del animal.

– Has tenido suerte –le dijo el Maestre minutos después–, la herida no es grave así que curará pronto. Además es hembra. En las aves rapaces las hembras son casi siempre más grandes que los machos, y tienen mayor envergadura para volar más rápido.
– Lo sé.
– ¿Has pensado ya algún nombre? –El chico permaneció unos segundos en silencio antes de contestar.
– Ala Altiva.

Stannis decidió cuidar él mismo del ave, por lo que todos los días trataba sus heridas tal y como Cressen le había explicado hasta que sanó por completo. Poco a poco empezó a revolotear detrás del que ya era su dueño, posándose siempre en su hombro y comiendo únicamente de su mano.

– Parece que ha visto en ti a un gran amigo –dijo Cressen al ver que Ala Altiva siempre iba detrás de Stannis.
– Creo que a mí me ha pasado lo mismo con ella.
Pero, a pesar de que todo iba cada vez mejor, el animal no conseguía volar con normalidad. Stannis decidió salir con ella a cazar, ya que posiblemente lo único que necesitaba era estar al aire libre para volver a retomar el vuelo. Falló en sus primeros intentos, aunque el chico no le dio importancia. «Todos los principios son difíciles», se decía a sí mismo.

Probó a cazar liebres, conejos, ratones, perdices, e incluso gorriones. Todos los días salía con ella al bosque, sin rendirse, dispuesto a luchar por un mínimo avance en su pequeña compañera.

– Creo que te has equivocado de nombre, hermanito. Deberías haberla llamado Ala Blanda –comentó Robert en una ocasión, soltando después una sonora carcajada.

No fue ni la primera ni la última vez que Stannis escuchó ese apodo de boca de su hermano, algo que le enfurecía y a la vez le avergonzaba. ¿Tan difícil era demostrar que no era ningún inútil?

– Deberías probar con otra ave, Stannis –le dijo su tío Ser Harbert una vez fueron de caza y vio que Ala Altiva no poseía dotes suficientes para cazar–. Ni siquiera alza el vuelo por encima de las copas de los árboles… Te está dejando en ridículo.

El pequeño rechinó los dientes con fuerza e ignoró el consejo de su tío. No pensaba desistir tan pronto. Él había encontrado a Ala Altiva, la había cuidado y le había dado un nombre. Ella jamás se había separado de su lado y él tampoco iba a hacer lo mismo…

Pero jamás consiguió ni una sola presa.

«Te está ridiculizando», pensaba una y otra vez en esa frase. «Ridículo». «Deberías haberla llamado Ala Blanda».

– Solo una vez más – se dijo a sí mismo mientras se internaba en el bosque con Ala Altiva. Nunca había ido tan lejos con ella y nunca había estado tanto tiempo tratando de cazar algo como aquel día. Todo para que el resultado fuera el mismo de siempre.

Todos sus esfuerzos eran en vano. Cada vez que fallaba en una misión escuchaba la estridente risa de su hermano en su cabeza, torturándole. Y esta vez la oía tan clara como si el propio Robert estuviera a su lado.

«Ridículo».

Ala Altiva estaba apoyada sobre una pequeña roca, agotada, comiendo algo de carne que Stannis le había dejado. Stannis contempló durante un momento aquella escena y, finalmente, apretó los puños y se giró, corriendo en dirección contraria. El ave quiso ir tras él, trató de volar una vez más, pero fue incapaz de seguirlo. Graznó una y otra vez, llamándole, pero Stannis nunca regresó.

«Es hora de que pruebe con otro halcón».

@Maria_SB89 : Aegon I Targaryen.

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El amanecer se acercaba y la niebla que rodeaba el castillo comenzaba a disiparse. Alzó un poco el vuelo sobre Balerion y por fin la vio. La impresionante fortaleza de Harrenhal.

Soltó un bufido. Ciertamente parecía inexpugnable. Harren había logrado construir la mayor fortaleza jamás vista en Poniente, incluso podía competir en tamaño y esplendor con Rocadragón. Esto no le gustaba nada, debía hacerse con la fortaleza rápidamente o tendría serios problemas. Había recibido informes que confirmaban que Loren Lannister por fin había movido ficha y se dirigía con su ejército hacía Altojardín, sin duda para unir fuerzas con Mern Gardener del Dominio. Además, no podía olvidar al Norte. Hasta ahora se habían mantenido en silencio, pero el Norte y los Stark eran orgullosos, la sangre de los primeros hombres corría por sus venas y no se rendirían fácilmente. Fuera como fuese, necesitaba Harrenhal. No podía quedar atrapado entre dos ejércitos.

El repicar de las campanas de Harrenhal lo sacó de su ensimismamiento. Bajó en picado y aterrizó al frente de su ejército. Desmontó y se acercó a sus comandantes. Lord Crispian y Lord Tristan parecían tranquilos.

- Informe – dijo al llegar hasta ellos.
- El cercano pueblo de Harrentown ha sido abandonado. – contestó Crispian - Creemos que sus habitantes se han refugiado en el castillo o han huido hacia el sur. El restante ejército de Harren, así como él y sus nietos se encuentran en la fortaleza.
- Tienen la confianza en que esas murallas lo protegerán. – reflexionó Aegon.
- Yo también lo pensaría – puntualizó Tristan – Ciertamente, la fortaleza parece invencible.
- No para mí – Aegon se dio la vuelta y comenzó a caminar sólo hacia Harrenhal.

Oía el griterío de los soldados sobre las murallas. Podía ver a los arqueros cargando sus armas. Se detuvo justo en el punto exacto y observó como una lluvia de flechas descendía sobre él…para clavarse sobre la tierra a tres metros delante de él. Sonrió. Desenfundó a Fuegoscuro y la pinchó sobre la húmeda tierra. Se quitó el yelmo y lo colocó sobre el pomo de la espada. Se cruzó de brazos y esperó.

Harren no tardo en salir a la muralla situadas sobre la puerta principal. El silencio se extendió entre los defensores.

- Os ordeno que abandonéis mis dominios, salvaje - Aegon comenzó a reír con fuerza.
- Harren, os concedo la oportunidad de rendiros y ninguno de vuestros hombres ni de vuestra familia sufrirá daño alguno. Os dejaré en libertad y os ofreceré ser mi vasallo gobernando las Islas del Hierro, que antaño fueron el origen de vuestro linaje.
- ¡Jamás!!¡¡MI CASTILLO ES INEXPUGNABLE!! Vuestro ejército chocará como las olas del mar sobre un acantilado. Sin logar arañar ni siquiera la superficie.
- Así sea Harren Hoare. Hoy acabará vuestro linaje. A partir de hoy todo el mundo sabrá las consecuencias de enfrentarse a mí.

“Maldito estúpido”- pensó- “Ya estaba harto de ese vejestorio. Ahora conocería íntimamente el lema de su casa… Fuego y Sangre”. Recogió el yelmo y su espada y retrocedió hasta su ejército.

- Listos para atacar, su alteza – le dijo Tristan nada más llegar.
- No. Yo me ocuparé de esto. Sólo.
- ¿Qué? ¿Cómo… - se interrumpió al ver como Aegon llamaba a voces a su dragón. Balerion aterrizó a un par de metros de allí.
- Cuando salgan del castillo para huir….Matadlos a todos… - “¿Por qué había dicho eso? Sentía que era lo correcto. Todas las fibras de su cuerpo vibraban con fuerza, necesitan calor, y él se lo daría”

Montó sobre Balerion. Se ajustó la capa y se colocó bien el yelmo. Desenfundó a Fuegoscuro y alzó el vuelo. Avanzaba sobre las nubes. El Sol estaba saliendo justo a su espalda. Podía ver que tanto su armadura como las escamas del dragón brillaban con fuerza por la luz solar.

Descendió en picado sobre el castillo y gritó “DRACARYS”. Balerion soltó su mortífero aliento, llenando las murallas de un abrasador fuego negro. Los soldados gritaban mientras el fuego los envolvía. Sobrevoló el patio interior y también allí soltó su furia. Continuó sobrevolando el castillo sin dejar de alimentar el fuego.

Todo estaba envuelto en llamas. Veía a soldados arder, a mujeres, a niños… No podía pensar…sólo sentía una enorme satisfacción. Notaba cada célula de su cuerpo…sentía como el calor lo reconfortaba y lo alentaba a seguir con aquello. Las flechas chocaban contra su armadura y su yelmo. Una flecha logró clavarse en su pierna, pero no le importó. Igual que tampoco le importó que su capa comenzara a arder. Notaba un cosquilleo en la espalda, allí donde el fuego lo acariciaba.

- ¡¡NOOOOOO!!

Aegon alzó la vista y observó como Harren gritaba desde la ventana de una de las torres. Alzó el vuelo y llegó hasta la ventana. Harren estaba desecho en lágrimas mientras abrazaba a dos niños pequeños. “Serán sus nietos”- pensó Aegon. Harren se sobresaltó cuando lo vio aparecer frente a él.

- Piedad…por favor…¡¡Por favor!! – decía todavía llorando – Mis nietos…
- Dracarys… - susurró. El fuego entró por la ventana y abrasó a todo a su paso. El grito de los niños sacudió algo en su interior. “¿Qué había hecho?”

Alzó aún más el vuelo y comprobó su obra. Todo Harrenhal parecía una bola de fuego. La fortaleza se deshacía por momentos. Avanzó hasta la puerta y contemplo como decenas y decenas de personas estaban muertas a los alrededores del castillo. Sus hombres habían llevado sus órdenes hasta el final…

El fuego aún seguía vivo en algunas zonas del castillo. Todo el cielo estaba cubierto por una gran nube de humo y cenizas. Habían tenido que protegerse la boca y la nariz con pañuelos para evitar asfixiarse con la ceniza. ¿Cómo había podido matar a los niños? No dejaba de darle vueltas a aquello ¿Qué clase de monstruo era? No, no…debía pensar más en esto… o se volvería loco…Lo que está hecho no se puede cambiar. 

Paseaba entre los escombros cuando tropezó con una espada en el suelo. Estaba ennegrecida y quemada. La cogió. Aún estaba caliente. De pronto tuvo una idea.

- ¡Tú! – dijo a uno de sus soldados. El soldado se acercó raudo – Recoged todas las espadas que podáis.

“Un Rey necesita un trono” - pensó sonriendo.

@Drogo_Dothraki : Joven Drogo.

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El arak se le resbalaba de los dedos a causa del sudor. Notaba como el cansancio se iba apoderando poco a poco de su cuerpo pero Drogo se negaba a abandonar aquel combate. Había cometido la insensatez de enfrentarse a un Khal. Un impulso inconsciente causado por la competitividad que emanaba en el interior del joven Drogo.

Apretó con rabia el mango de su arak y avanzó hacia Khal Jommo. Su rival mostraba una sorprendente fuerza, nada propia de su edad pues contaba con cuarenta años de edad mientras que Drogo ni siquiera alcanzaba los treinta. Khal Jommo ganaba en experiencia en el combate cuerpo a cuerpo. Drogo no podía hacer otra cosa que esquivar sus ataques. Cada golpe que recibía del arak de Jommo parecía venir con más fuerza y le resultaba más pesado que el anterior. 
No era un combate fácil; el polvo le nublaba la vista, el calor del sol le debilitaba las fuerzas. Khal Jommo lanzaba con rabia su arak ensangrentado hacia Drogo, quien podía sentir cómo el olor de la sangre de sus rivales se le metía en la nariz. Aprovechó la oportunidad, la luz del sol pareció jugarle una mala pasada a Jommo. Le cegaba la vista y alzó, inconsciente, su mano para darse sombra. Un descuido y Drogo dirigió con rabia su arak hacia su cuello, desgarrándole la yugular con un brusco corte, causando que varias gotas de sangre salpicaran sobre su rostro.

Dos Khalasares presenciaban la escena en silencio, sólo se oía a un agonizante Khal Jommo intentando retener con desesperación los últimos alientos de vida de su cuerpo. Sus esfuerzos duraron apenas unos segundos; Khal Jommo se desplomó bruscamente sobre el suelo, rodeado por un charco de sangre que emanaba del profundo corte de su cuello. 
El combate había terminado. Drogo se hincó de rodillas, exhausto; el aire le faltaba, sentía dolor en el costado izquierdo. Trataba de recuperar el aliento con grandes bocanadas de aire causando que varias de sus campanillas tintinearan en su pelo. El sol ardía en su espalda, el sudor se mezclaba con el sabor de la sangre secándole la garganta.

Todo momento importante en la vida de un Dothraki tiene lugar a la vista de todos "¡Ha caído!" Oyó exclamar a Qohollo desde su espalda "¡Khal Jommo ha caído!" Anunciaban una y otra vez con euforia el khalasar de Bharbo. 
Drogo había experimentado varios momentos transcendentes en su vida; su primera victoria en combate con apenas 15 años, arrebatándole la vida a un guerrero dothraki perteneciente del Khalasar de Khal Zekko, consiguiendo así su primera campanilla. A los cuatro años edad obtuvo su primer caballo, regalo de su padre Khal Bharbo y ahora con apenas 20 años experimentaba su momento más importante; había derrotado a un Khal y no era algo que un guerrero dothraki pudiese experimentar a tan temprana edad. ”¡Que las estrellas brillen por Khal Drogo, hijo de Bharbo!" Rugió Qohollo alzando su arak " ¡Khal Drogo!" ”¡Khal Drogo!" Rugían orgullosos el Khalasar de Bharbo. 

Khal . Rey. Líder. El mayor honor que un guerreo dothraki podía alcanzar. Observó al khalasar de Jommo; 20.000 dothrakis sobrecogidos ante aquella escena. Aquel Khalasar que había sido su enemigo al amanecer y al que ahora lideraba al mediodía. 

Agarró con fuerza el mango de su arak dirigiéndose hacia el cuerpo sin vida de Jommo. Arrancó con furia la trenza de su rival, alzándola orgulloso descargando toda su rabia en un grito sobrecogedor para que todos contemplaban su victoria. "¡Khal Drogo!" "¡Khal Drogo!" "¡Khal Drogo!" Gritaban sin cesar ambos Khalasares aclamando, recibiendo al gran Khal Drogo, hijo de Bharbo.

@EdricTormenta : El retorno del Venado.

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El retorno del venado

Hacia frío para estar el verano avanzado,y era extraño, para estar el la isla sureña de Lys.

El chico que tenia catorce días de su nombre había crecido,y mucho.Media casi dos varas de alto 
y rondaba las ocho arrobas de peso,era disciplinado y aplicado en sus estudios. No era el niño que 
jugaba a “monstruos y doncellas” con su prima Shireen en Rocadragón. Saber la verdad de su salida 
la isla le había afectado,y si en el físico se parecía a su idolatrado padre, había adquirido el carácter 
taciturno de su tío Stannis.

Las noticias a Lys llegaban,pero la mayoría eran rumores.Como la muerte del Lord Comandante de 
La Guardia de la Noche,transformándose al instante en un gigante” warg” blanco y llevándose por 
delante a varios de los asesinos.O la aparición de Ser Jaime “El Matarreyes” colgado con su mano 
de oro incrustada en la boca,cerca del Tridente.O que el mismísimo Aegon Targaryen había 
intentado reconquistar el trono,para después morir durante el asedio a Bastion de las Tormentas.
Todo eran rumores pero de Stannis no tenia ni eso y ya habían transcurrido dos años.Lo que si sabían
era del la muerte del Rey Tommen,asesinado por una joven criada,que ademas traspasó la garganta 
de Ser Meryn Trant,uno de sus”capas blancas”.Era cierto,se lo había contado en el puerto Tristar Loqa,
un comerciante Lyseno que viajaba a menudo a Desembarco del Rey.Este,además había embarcado 
hasta Lys a la joven asesina por una suma importante de Dragones.

Pero de Stannis nada.

Una tarde cuando se retiraban del patio de armas,su primo y protector Andrew Estermont,
advirtió una gran galera negra entrando en la bahía .Había algo en el barco que hizo que al joven 
le recorriera un hormigueo por la espalda.Decidieron dar por terminado el entrenamiento y sin 
entretenerse demasiado bajaron por la colina en dirección al puerto.

Aquel barco le intrigaba.

El barco era una enorme galera de guerra con doble fila de remos,disponía de tres mástiles 
con un velamen negro pero carecía de estandartes o blasón alguno que lo identificase.En su 
popa se leía en color escarlata su nombre,La Doncella Borracha.
Una figura apareció bajando por la pasarela,cojeaba pero se esforzaba por mantener el paso firme.El hombre se detuvo a conversar con un comerciante.Fue en un movimiento de sus manos cuando el corazón de Edric le dio un vuelco.

No se lo creía

Anduvo deprisa,dando grandes zancadas,recortando los escasos treinta pies que los separaban.
El hombre se dio la vuelta instintivamente,viendo a un joven dirigirse hacia el.Le costó reconocerlo 
hasta casi tenerlo a su lado.Quedó pasmado al ver la trasformación del muchacho en durante ese tiempo
Se fundieron en un afectuoso,abrazo con el cual el caballero dió fé de la fortaleza del joven.

Despues de tierno reencuentro,Ser Davos Seaworth,El Caballero de la Cebolla,la Mano del Rey 
Hizo entrega de un pergamino,lacrado con el sello del Rey,al joven,y habló serio:
- Chico el Invierno ha llegado.Tu tio,el Rey Stannis te requiere.-Y continuó ahora con un atisbo de sonrisa en su cara .- Ha llegado tu hora Edric Baratheon,Señor de Bastión de las Tormentas.

domingo, 19 de enero de 2014

@Jeanne_Frances : Nunca doblegados.

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Nunca doblegados

Cuando Aegon el Conquistador le dijo a su esposa y hermana Rhaenys que tomara posesión de Dorne, ninguno de los dos conocían a Mariya Martell, y por ello creían que iban a poder vencerla con facilidad. Aegon tenía el machismo de pensar que por ser mujer, Mariya, junto con su reino, serían un objetivo sencillo. Se equivocaba de cabo a rabo con la mujer.

Mariya tenía ochenta años, pero actitud de fiera. Había sobrevivido a su marido y a varios hijos, y por su puesto tenía pensado sobrevivir a aquella guerra que estaba a punto de librarse en sus tierras. Desde su trono ordenó, conforme se enteró que los Targaryen tenían pensado llevar un ataque hasta sus tierras, que todos los hombres en edad de combatir partieran lejos Si los hombres vivían, podrían volver a repoblar las tierras con mujeres extranjeras. No iba a permitir que su pueblo se extinguiera. El dragón podía ser fuerte, pero todavía no se había conocido que el Sol dejara de salir una mañana.

La vieja princesa estaba ciega, signo para algunos de veía más allá de lo terrenal. Nadie puso ninguna objeción a sus órdenes. Se estaba quedando calva, según los que la conocían del esfuerzo que ponía en regir aquel reino con mano dura. Eran tiempos duros y no iba a permitir que los Targaryen arrebataran los esfuerzos de todos sus antepasados.

Sentada en su trono, el cual apretaba con sus manos arrugadas y huesudas, pese a tener varios kilos de más, no cesaba en dar órdenes. No dormía, o al menos eso creían aquellos que estaban al cuidado de Mariya. Cerraba los ojos, por horas en ocasionas, mas cuando los abría, lanzaba una nueva orden, como si fuera capaz de ver lo que ocurría en los ataque que preparaba su pueblo. Como si hubiera perdido su visión para ver más allá de lo que las personas normales eran capaces de ver.

La mención de dragones en el campo de batalla no fue suficiente para atemorizar a la princesa.
—Un enemigo que no puedo ver, es un enemigo que no existe—Había dicho a la mujer que se había acercado a informarle. Y nadie más se atrevió a volver a mencionarle los dragones. 

Mariya esperaba pacientemente. Y era la única que sabía lo que esperaba. Saber que había sido Rhaenys la que había llegado a sus tierras y no su hermano le había dado algo de fe. Las mujeres no gustaban tanto de la pelea como los varones. Y sabía que el día llegaría.

Lo hombres seguían fuera, esperando a ser llamados. Muchos creían que Mariya preparaba un ataque por sorpresa, cuando la realidad era distinta. Nadie de Dorne, salvo la princesa y su mano derecha, sabía dónde estaban, por lo que cuando apresaban a una mujer o a un anciano, éstos sólo respondían con una palabra a la pregunta que los soldados de los Targaryen hacían por ellos.
—Lejos.—Tono lacónico y ausente. El no saber si era verdad o mentira fue lo que salvó la vida de muchos de ellos, todo era verdaderamente extraño en aquel ataque, pensaron todos los soldados a medida que la batalla iba ganando tiempo.

Un nuevo día trajo gratas noticias a la princesa de Dorne. Noticias que esperaba como si se tratara del verano. Un sirviente del castillo tropezó con la entrada de la sala del trono, puesto que la impresión que le había dado ver la escena, no era para menos. Rhaenys se acercaba al castillo montada en su dragón.

Muchos advirtieron a Mariya de que aquel era el momento propicio para preparar un ataque definitivo que pusiera fin a los Targaryen en aquellas tierras. Ella no quería luchar. No quería que su pueblo derramara más sangre que la que ella pudiera derramar y seguir sobreviviendo. Algunos achacaron tal hecho a la vejez de la princesa. Algunos se atrevieron incluso al faltarle el respeto en las cocinas con un “chochea”, mientras se jactaban de lo que podría estar pensando y en cómo, seguramente, les tocaría rendirse ante los dragones.

La princesa tenía otros planes en vez de rendirse. Si bien ellos podrían ser dragones, sangre y fuego, se olvidaban de que los Martell eran el Sol. Bola incandescente de fuego puro. Y ni un dragón era capaz de acercarse al Sol sin quemarse.

@RobbStarkSpa : Robb Stark.

@RobbStarkSpa : http://www.twitlonger.com/show/n_1rvv2d1

EL REY EN EL NORTE!!
EL REY EN EL NORTE!!


Aún le resonaban los ecos de la tremenda y repentina aclamación en su conciencia. Tan entusiastas, tan apasionados, tan ferozmente vehementes…

Le creían competente, debidamente capacitado para tomar las riendas de una rebelión norteña. Su causa era justa. No permitirían que les gobernase una abominación tal, fruto del incesto Lannister, un monstruo nada legítimo sentado en un Trono de Hierro ganado a costa de taimadas traiciones y argucias palaciegas. Que se queden con su jodido Trono, pero que permitan al Norte ser un territorio libre e independiente. Poderosa razón para rebelarse. Poderosa razón de cara a sus banderizos y fieles abanderados; pero lo que en realidad le quitaba el aliento de furia e impotente rabia era la tropelía para con su familia. Su padre, acusado de traición y encarcelado por aventurarse a sacar a la luz las intrigas y maquinaciones de la nauseabunda corte de la capital. Sus hermanas, retenidas y saben los Dioses en qué estado. Y aquí, en la misma Invernalia, Bran, su hermano más inquieto, lisiado para siempre. Deben ser castigados, el Norte liberado y su familia de vuelta y a salvo.

Si, su causa era justa. Pero por mucho que se repetía esta arenga, esta casi oración, él no se sentía suficientemente preparado para afrontar tamaña empresa. El Norte se rebelaba. Y él era ahora el Rey en el Norte. Debía estar a la altura. A una tremenda altura. Su padre le había formado desde que tenía uso de razón para su futuro como señor de Invernalia. Pero esta nueva y desconocida aventura era de tal envergadura y trascendencia, que le mareaba. Hace unos meses jugaba con sus hermanos como los chiquillos que son, y ahora estaba obligado a mandar hombres a la guerra, a alejarlos de sus familias, a enviarlos a la muerte.

Sólo deseaba la bendición de su padre, un último consejo...

Desechó estos pensamientos. Debía de ser fuerte. Debía de transmitir energía y determinación. Su niñez e inocencia debían dejar paso a un hombre-rey maduro, seguro y dispuesto.

Con la cabeza alta y rostro circunspecto, empujó las enormes puertas y entró con ímpetu en la sala, para enfrentarse a su primera reunión con los abanderados de Invernalia.

@DaceyMormont : Despedida.

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Despedida

La lluvia caía pesada sobre el camino real. El ejército norteño avanzaba despacio y en silencio pues el mal tiempo les impedía hacerlo de otra manera. 
Dacey cabalgaba al lado de su madre, justo detrás del Rey en el Norte. Era una mañana fría, y las lluvias solo empeoraban el clima, pero a Dacey no le molestaba el frío, después de todo, siempre había sido parte de su vida en la Isla del Oso. 
Cuando alcanzaron a divisar los castillos Gemelos de los Frey, Lady Maege se dirigió a su hija. 

-Es momento de despedirnos. ¿Estás segura que no quieres acompañarme?

Lady Mormont había sido elegida para llevar las palabras de Robb Stark en unas cartas que él mismo había escrito para los vasallos que aún quedaban en el Norte. Dacey habría dado cualquier cosa por regresar al Norte a su amada isla y ver de nuevo a sus hermanas. Pero ahora tenía un compromiso con el rey, y si algún día quería llegar a ser tan buena líder como su madre, tenía que quedarse y aprender todo lo posible. 

Dacey era fuerte y hábil, eso lo había demostrado en el campo de batalla, pero tenía poca experiencia en las guerras y sabía que algún día ocuparía el lugar de Lady Mormont, por lo que tenía que instruirse mientras pudiera. 

Así que, aún en contra de su voluntad, negó con la cabeza y fingió una sonrisa. – Mi lugar está aquí, el rey me necesita. 

El rostro normalmente serio y frío de Lady Maege se iluminó, y a pesar de la lluvia, Dacey pudo distinguir una sonrisa. – Sabes que estoy muy orgullosa de ti.

En ese momento, Dacey no vio a Lady Mormont, a la líder de las tropas de la isla del Oso, la mujer guerrera que con su maza había derrotado a tantos hombres, no, vio Maege, la mujer que la había traído al mundo y la había cuidado toda su vida, quien le había enseñado a pelear y a ser una dama, su madre. 

-Ten cuidado. – dijo finalmente Maege.
-Es solo una boda – respondió Dacey intentando sonar fuerte.

Maege sonrió y dio media vuelta para continuar con su camino.

-Es solo una boda – repitió Dacey para sí misma mientras volvía a ocupar su lugar junto al rey en el Norte.

Sin embargo, no fue “solo una boda”.

Horas más tarde, mientras los norteños se encontraban desarmados en el gran salón de los Gemelos, en la boda de Lord Edmure y Lady Roslin, las flechas comenzaron a llover sobre ellos, como la misma lluvia que había caído por la mañana. Solo que esta vez hiriéndolos y matándolos uno a uno, mientras Las Lluvias de Castamere sonaban en la distancia.

A Dacey no le importó la música, en su mente solo estaban las armas que había dejado afuera junto a su yegua en los establos. Debía ir por ellas y proteger a su rey.

Intentó correr cuando alguien quiso pararla, así que sin pensarlo, agarró una jarra de vino que había sobre la mesa y la estrelló en la cara de su atacante, sin detenerse a ver de quien se trataba, su único objetivo era llegar a la puerta. 

Corrió y justo unos pasos antes, la puerta se abrió. Dacey se detuvo al ver entrar al salón a una docena de hombres vestidos de acero de la cabeza a los pies y armados con hachas de guerra.

<< ¿Amigos o enemigos? >> Dacey supo la respuesta cuando acero del hacha de Ryman Frey se enterró en su estómago.

El dolor nubló sus sentidos. No pudo escuchar sus propios gritos, ni la música y los tambores que no dejaban de sonar. Solo sintió cuando su cuerpo golpeó el frío suelo que contrastaba con el calor de la sangre que emanaba de su vientre. 

A su alrededor solo había imágenes difusas de hombres que luchaban por mantenerse en pie, el olor a sangre se intensificaba, gritos de dolor y de desesperación se desvanecían y llegaban a ella como una ilusión, como si nada de eso fuera real. A lo lejos pudo distinguir la figura de Robb Stark quien seguía luchando por mantenerse con vida, aunque un par de flechas ya le atravesaban el pecho, tal vez más, Dacey no lo supo. 

-Os he fallado, alteza. – dijo en un susurro que nadie escuchó. 

Su única misión era mantener con vida al rey y ahora no podía mantenerse viva ella misma.

<<Sabes que estoy muy orgullosa de ti>> la voz de su madre sonó en su cabeza.

-Madre… - Dacey cerró los ojos y los gritos desaparecieron, ahora estaba en su hogar, vio la Isla del Oso, sintió la fría brisa del mar acariciar su piel, escuchó la risa de sus hermanas, el gruñir de los osos, vio las aves volando y un escalofrío recorrió su cuerpo…

Abrió los ojos y ahí estaba de nuevo, tendida, sangrando, muriendo. 

<<Ten cuidado>>

-Te he fallado, madre. – las palabras nunca salieron de su boca. Dacey cerró de nuevo los ojos para perderse otra vez en sus pensamientos, esta vez no los volvió a abrir. 

sábado, 18 de enero de 2014

@MyStoneheart : De niños y lobos.

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De niños y lobos

El crepitar de las llamas en el hogar era el único sonido que rompía el silencio de la estancia en penumbra. Hasta hacía sólo unas pocas horas otro sonido más inquietante había acompañado al de la leña seca consumida por el fuego, el de la respiración forzada y desacompasada de la niña postrada en la cama. Ahora ya no se escuchaba, lo que significaba que la fiebre al fin había remitido.

La anciana mujer sentada en la mecedora junto a la cama descansaba con las manos apoyadas en el regazo y la cabeza algo torcida. Contemplaba absorta el pequeño amuleto dedicado a Los Siete que colgaba del cabecero. Ella nunca había rezado mucho a los dioses, pero cuando lo había hecho siempre había sido a los dioses antiguos, nunca a los nuevos. Sin embargo, aquel objeto era muy diferente, la conectaba con su pasado y los tiempos en los que había llevado hasta aquel mismo lecho a su pequeño señor, Bran Stark de Invernalia. Por entonces ella era Osha, una mujer del acero del Pueblo Libre, una salvaje, a los ojos de los sureños. Ya nadie se acordaba de aquello, habían pasado desde entonces al menos cuatro inviernos y tres veranos, y ella era ahora sólo la Tata.

La anciana regresó al presente cuando la pequeña postrada en la cama cambió de postura para acomodarse mejor. La niña se llamaba Lyanna y era la primera de los cuatro hijos que había dado el matrimonio entre Lady Wynay Manderly y Lord Rickon Stark. Hoy era el quinto día que unas misteriosas fiebres, que habían llegado igual que se estaban yendo, mantenían a Lyanna postrada en la cama. El maestre Eodor había decidido aislarla de los demás, por si la enfermedad era contagiosa. Pero no había sido nada sencillo mantener alejados de allí a los pequeños, echaban de menos a su hermana y en más de una ocasión habían terminado colándose en la habitación y sentándose a los pies de la Tata para escuchar alguna de sus historias.

A Brandom las que más le gustaban eran las de la reconstrucción de Invernalia y sobre todo aquella que hablaba de la torre rota. Por tres veces intentaron los constructores reparar y levantar sus muros y por tres veces la torre se derrumbó, hasta que al fin, una noche de tormenta, terminó consumida por el fuego que provocó un rayo. Roner el herrero aseguraba que desde aquella torre había arrojado Ser Jaime Lannister el Matarreyes a Bran Stark cuando el rey Robert visitó Invernalia.

A la pequeña Cat no le gustaban las historias de torres rotas, ella adoraba las de caballeros y bellas doncellas, como aquella que narraba los amores entre el Príncipe Oberyn Martell y su amante Ellaria Arena, que vivieron en las lejanas tierras del Dorne.

Sin embargo, a quiénes más apasionaban las historias de la Tata era a Lyanna y al más pequeño, Robb. Ellos dos preferían los cuentos de la Guerra de los Cinco Reyes y aquellas que narraban la defensa del Muro frente a los Otros. Y a pesar de que Lord Rickon se lo había prohibido, la Tata les había contado más de una vez cómo Lord Walder Frey traicionó las sagradas Leyes de la Hospitalidad asesinando bajo su techo al tío Robb y a la abuela Cat y cómo esta había regresado de la muerte para vengarse.

La anciana había vuelto a perderse entre sus recuerdos cuando escuchó los pasos en el pasillo. Sabía que era Lord Rickon Stark, Señor de Invernalia y Guardián del Norte, que venía a por ella. El eco murió frente a la puerta, que se abrió dejando entrar el aire frío.

—Tata, están a punto de servir la cena. Vengo a buscarte —le escuchó decir. —Las doncellas de Lady Wynay se quedarán con ella mientras descansas.

Y la Tata volvió su rostro hacia aquel hombre tan influyente, tan poderoso, tan atractivo... Y le sonrió, porque para ella seguía siendo un niño. No sin esfuerzo se levantó de su mecedora y tomó el brazo que el Señor de Invernalia le había tendido. Avanzaron despacio por el pasillo hacia el gran salón mientras su figuras se recortaban bajo la luz de las antorchas.

A escasos pasos les seguía un enorme huargo, de color oscuro y nombre Peludo.

@JuliaParente86 : La niña loba.

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LA NIÑA LOBA

Empezaron a zarpar del puerto de Salinas al mediodía. Los remeros iban moviendo los remos perfectamente acompasados. Hombres grandes, bronceados y al timón, su capitán, Ternesio Terys, llevaba la galera hacia la Bahía de los Cangrejos en dirección a Braavos. Ella, Arry, Comadreja, Nan, Perdíz, Salina, múltiples nombres para una misma persona, Arya Stark, de la Casa Stark, hija de la Mano del Rey, Eddard Stark, iba en La Hija del Titán hacia el territorio braavosi. En Poniente ya no le quedaba nada: Invernalia destruida con todos sus habitantes pasados por la espada por los krakens, todos sus hermanos muertos, sus padres también, Nymeria desaparecida… <<¿Dónde estarás?>> , se preguntaba la Chica Loba. Iría a Braavos, la ciudad de Syrio Forel, <<puede que lo encuentre allí. Así puede acabar de enseñarme a ser una auténtica Danzarina del Agua>>. <<También puede que esté Jaqen H’gar >>, iba pensando en su maestro y en el joven lorathi mientras iban dejando Salinas.

-Salina, Salina.

Ella miraba hacia el horizonte imaginando su nueva vida y lo que haría.

-Salina, Salina – dijo una voz y empezó a zarandear su hombro.

De repente, desenvainó a Aguja, preparada para atacar y vio que era Denyo, el hijo del capitán, que era unos dos años mayor que ella.

Envainó de nuevo a Aguja y pensó que debía recordar que ahora era Salina. El nombre se lo puso el capitán al embarcar.
-Hola, Denyo, ¿qué pasa?

-Venía a ver cómo estabas. ¿Alguna vez has estado en Braavos?

-No. Nunca he viajado, pero en Salinas decían que el Titán de Braavos es muy grande.

-Sí, es inmenso – dijo él sonriendo-. Y tiene unos ojos grandes llameantes y el pelo verde al viento. Te encantará.

-¿Vosotros, en que dioses creéis?

-En Braavos están todos los dioses. Hay seguidores de los antiguos dioses, los Siete, el Señor de la Luz, el Dios Ahogado, el Dios de los mil rostros y todos los que puedas imaginar. Allí la gente puede seguir al que quiera.

Arya se quedó pensando en lo que había dicho sobre todos los dioses y cuándo iba a responder uno de los remeros los llamó para que fueran a comer. Comieron trucha con cebollas. Después, Arya fue visitando toda la galera morada con Denyo, que le explicaba cómo funcionaban los instrumentos de navegación.

Pasaron los días y Arya iba ayudando en las tareas del barco. Ella quería acción, en el barco sólo se divertía cuando estaba con Denyo. Y así estaba, cuando un día, estando en cubierta, el ojeador gritó:

-¡Barco a la vista!

Arya levantó la cabeza y vio un barco negro con alas negras. Pensó que algo malo les iba a pasar y que el barco no venía en son de paz. El capitán soltó el timón y fue corriendo a ver a que distancia estaban.

-Groleus, ¿qué estandarte llevan en la bandera? - preguntó el capitán Tersenio Terys al ojeador.

-Bandera negra con un kraken dorado.

-¿!Greyjoy!? – dijo con rabia el capitán -. ¡Levantad la vela mayor y girad a estribor! – gritó.

Arya estaba muy sorprendida <<¿Qué hacen los Greyjoy aquí?>>, << si nos cogen, estaremos todos muertos>>.

- Capitán, ¿Qué puedo hacer? Quiero ayudar.

-¡No puedes, chica! ¡Vete a tu camarote y enciérrate en él!

-Pero yo…

-¡Pero nada! ¡Vete a tu camarote ya! – y el capitán se dirigió dónde sus hombres para darles nuevas consignas.

<<¡Maldita sea!>> , pensaba Arya enfadada porque todo el mundo la veía como a una niña pequeña, tonta e inútil, cuando ella ya había matado al crío que quería entregarla a los Lannister en Desembarco, al soldado de los Bolton para poder escapar de Harrenhal con Gendry y Pastel Caliente y al Cosquillas. <<¿Dónde estarán?>>, <<por qué pienso en ellos si me abandonaron>>. Se dirigió hacia las escaleras para bajar a su camarote, pero paró en seco. <<Soy una loba y los lobos no tienen miedo>>.

-¡Moved más hacia estribor! Tenemos que llegar a las aguas frías y coger las corrientes rápidas – dijo el capitán.

-Capitán, si entramos en las corrientes rápidas, no saldremos – dijo uno de sus hombres.

-Hay que intentarlo y mejor morir ahí que a manos de esos calamares.

El barco negro se iba acercando por popa a gran velocidad. Era como un cuervo gigantesco negro, y seguramente traería también noticias y sucesos negros. Los hombres corrían por toda La Hija del Titán, intentando que fueran más rápidos y no ser cogidos. Arya estaba sorprendida por la velocidad de movimientos y compás de los hombres, <<¿sería eso de lo que hablaba Syrio al hablar de ser rápida?>> y esperaba que pudieran escapar.

<<Si nos cogieran, podría decir que soy Arya Stark>>, << pero si lo dijera me matarían más rápido o me venderían a la Reina Cersei>>.

Estuvieron en esta persecución durante unas horas.

La Hija del Titán estaba virando y Arya iba dando tumbos intentando no caerse. El cielo comenzaba a encapotarse y el barco de las islas del Hierro iba acercándose. << ¿Qué hacen tan lejos?>>. Entonces, la nave hizo una sacudida y Arya cayó al suelo y notó que se movían mucho más rápido.

<<¿Estamos en las corrientes rápidas?>>, pensaba Arya mientras intentaba mantenerse de pie con las sacudidas que daba el barco. La Joven Loba se acercó a babor para comprobar si el barco de velas negras se había metido en las corrientes. Miró y vio que esté estaba virando y dando la vuelta riéndose de ellos e insultándolos. <<¿Hemos conseguido librarnos de ellos?>> <<Ya no nos siguen>>, << pero ¿qué hacen los Greyjoy aquí y a dónde van?>>, << ¿de quién será el barco?>>.

-¡Bien, bien! ¡Por fin! ¡Esos putos calamares no nos siguen! – gritaron de felicidad los tripulantes de la embarcación.

-¡SILENCIO! – alzó su voz el capitán Ternesio Terys -. ¡Volved a vuestros puestos! Esto no ha acabado, al contrario. Ahora debemos luchar contra las corrientes rápidas y son mucho peor que el barco de los calamares. En verdad, casi nadie ha salido con vida de las aguas rápidas.

Los hombres dejaron de reír y se pusieron de nuevo en sus posiciones. En ese momento, la hija de Ned Stark notó que le caía algo en la cara, primero una vez y luego otra. Miró al cielo y vio que empezaba a llover.

Replegaron las velas rápidamente mientras empezaba a llover con más fuerza y comenzaba a soplar un viento frío, que hacia olas en el mar. El barco no paraba de moverse de un lado a otro, los hombres caían al suelo de tanto movimiento, los remeros dejaron de remar y estaban en cubierta ayudando.

Arya se aguantaba a duras penas, mientras el capitán estaba en el timón intentando mantener el rumbo. La Hija del Titán comenzaba a levantarse por encima del mar y esté empezó a chocar con más fuerza contra el barco y a caer dentro de cubierta y mojaba a los hombres más de lo que ya estaban. Llovía de forma torrencial, la hermana del Rey en el Norte no veía nada más allá del barco, sólo había agua y más agua. Vio a Denyo ayudar a atar más pesos en el barco, mientras las olas iban cayendo dentro del barco, llevándose a uno de los marinos por la borda. Los otros lo llamaron a gritos e intentaron buscarlo, pero sólo veían agua y nada más. La Danzarina del Agua se acercó a trompicones a dónde estaban todos para ayudar en la búsqueda, pero no veía nada.

La Hija del Titán se levantaba más y las olas caían más fuertes dentro de esta, parecía que estaba a punto de zozobrar y hundirse. La tripulación, Denyo y la Joven Loba, estaban agarrados al barco para no caer al agua y ahogarse. De repente, se oyó un estruendo ensordecedor en la embarcación y cómo algo se rompía; vieron que uno de los palos se había roto y se dirigía hacia ellos.

-¡Cuidado! ¡Cuidado! – gritaron los tripulantes.

Todos se soltaron para alejarse de dónde iba a caer el palo, pero en ese momento La Hija del Titán se levantó y entró una inmensa ola con una fuerza inusitada y los tiró por el suelo de la cubierta y se oían los gritos de los que habían caído por la borda siendo engullidos por el mar.

Arya miró a su alrededor y sólo vio a los hombres tirados por la cubierta, aterrorizados y notó que algo no iba bien, <<¿qué falta?>>, miró a todos lados buscando algo, <<¿Y Denyo?>>, <<¿dónde está Denyo?>> y se dio cuenta que no estaba. Se levantó rápidamente y se dirigió nerviosa a mirar por dónde habían caído los otros tripulantes. Allí estaba. Denyo, agarrado con sus manos a la borda, intentando no caer.

-¡Salina, ayúdame! ¡Me voy a caer! – rogó Denyo.

La Joven Stark agarró por los codos para subirlo de nuevo, pero no podía.

-Me voy a caer.

-No dejaré que te caigas, Denyo – dijo ella, haciendo otro esfuerzo para poder subirlo y que no cayera al agua.

Intentaba con todas sus fuerzas subirlo, pero pesaba demasiado y no tenía ya fuerzas. Entonces La Hija del Titán dio una sacudida que hizo perder pie a Arya y notó como le caía todo el agua encima y sintió que caía, tenía el mar cada vez más cerca y cerró los ojos.

<< Si me dejo hundir y me ahogo, volveré a ver a mis padres, a Robb, Bran, Rickon, incluso Sansa. Debo dejar de luchar>>. << Adiós Jon>>. Mientras pensaba esto, vio a una loba aullando casi como si fueran sollozos y después la miró fijamente.

<<Nymeria>>